Algunos estudios revelan que la dependencia a determinadas drogas es, en gran medida,
hereditaria, y se desarrolla por la interacción de determinados genes con otros factores
individuales y ambientales. La exposición a las drogas podría afectar más a una persona
que tiene predisposición genética a la drogodependencia que a otra que no la tiene. Las
diferencias genéticas pueden influir en el grado de placer que proporciona la droga a una
persona, el daño para su salud, la intensidad del deseo y del síndrome de abstinencia, y la
manera en que se desarrolla la tolerancia.
